Todos conocemos algún dinosaurio. Y no hablo necesariamente de los que están en muestras de ciencias naturales. Más bien, me refiero a estos bichos medio raros a los que el siglo xxi no les sienta nada bien. No porque lleven trajes, sino pensamientos de otras épocas. Que quede desde ahora muy claro que en este post no me refiero a los adultos en su generalidad por el simple hecho de ser mayores, sino a un reducido grupo de personas que se autodenominan la voz de la madurez, la sensatez, y la única memoria verídica; solo por estar más rigidos que el resto.
Es casi normal encontrarse a esas personas que hacen comentarios discriminatorios que no van con nuestros tiempos. Y no lo digo por una cuestión de moda -porque en Europa siguen siendo última tendencia-. Sino de contextualización y hasta sentido común. No me parece tan dificil mirar realmente la situación actual; si lo hicieran, se darían cuenta de que hay cosas que ya ni siquiera deberian entrar en debate (participación de los jovenes en política; homosexualidad; religión; etc). Sin embargo, parece que se enfocaran por oponerse a esa realidad, dándole ese toque esceptico.
Su único interés es que las cosas sigan igual de mal que antes, y aunque se quejen, les conviene que nos centremos en chismosear y pelearnos entre nosotros. Es por eso, que aunque muestren desprecio hacia wachiturros, emos y floggers, desprecian infinitamente más a aquellos que queremos juntarnos un feriado en alguna plaza; porque, como dijo una señora que nos encontramos hace un tiempo, nosotros estamos para noviecitos, no para" juntarnos en placitas". Y cuando de buena manera le dijimos a la señora que teníamos derecho a estar allá, la mujer nos amenazó diciendo que ella trabajaba para la Municipalidad, y nos convenía irnos.
Me pregunto porqué los fósiles sociales desprecian la capacidad intelectual, solidaria, social y revolucionaria de las generaciones posteriores, jovenes de ayer o de hoy. ¿Será que subestiman su fuerza? ¿Será que dudan de su voluntad por mejorar? Quizás simplemente tienen miedo de, con el paso del tiempo, ir a parar al museo.
